El historiador dice que la sociedad argentina “todavía funciona” y advierte sobre los riesgos de que el viejo discurso K mute en “una nueva versión distinta en sus contenidos, pero con una función parecida”
se siente cómodo en el pasado, en el análisis de las grandes corrientes de la historia. A eso se dedicó durante décadas como docente en la Universidad de Buenos Aires, como investigador principal del Conicet y como autor de tantos libros, entre ellos,La larga crisis argentina. Del siglo XX al siglo XXIEl estudio de la historia, con sus pliegues y ondulaciones, es, también, parte de la tradición familiar.
Y es en la foto de este Estado, saqueado y desguazado, e incapaz de cumplir con sus funciones, que se recorta y magnifica la ascendente figura de Javier Milei y sus diatribas contra el Estado y “la casta”. A pesar de un panorama inquietante, y en el marco de los 40 años de recuperación democrática, insiste en recordar que la Argentina tiene instituciones que han resistido embates y una sociedad civil que todavía funciona. “No está perdida la posibilidad de que en el país haya un voto consciente”.-La Argentina tiene infinidad de problemas y en este momento están todos en agenda.
-¿Cree que en esta larga agonía del Estado que usted describe se encuentra alguna de las razones del crecimiento de la figura de Javier Milei?. Fue un precursor porque lo vio en 1990. En realidad, todavía no se produjo la muerte. A mí y a otros Milei nos suscita un rechazo visceral, pero a la vez, si uno logra superar esa sensación, creo que ayudó a colocar esos temas en la agenda.
-Es revelador que esta elección tan crucial, en la que muchos creen que Milei pondría en peligro la democracia sea en el año en que se cumple el cuadragésimo aniversario dela recuperación democrática. -En sus expresiones Milei muestra un desprecio por las instituciones y la prensa, su admiración por Bolsonaro y la lista podría seguir. ¿Cree, como creen muchos, que Milei puede poner en riesgo la democracia?