Balseros cubanos, migración y memoria | El mar corre por mis venas ✍️ Pedro Sosa Tabio 🖌️ Pablo Radice LaboratorioDeNoFicciónCreativa, una iniciativa de la Revista Anfibia (revistaanfibia)
Este texto se trabajó en el Laboratorio de No Ficción Creativa llevado adelante por Revista Anfibia, el Doctorado de Escritura en Español de la Universidad de Houston y la Maestría en Periodismo Narrativo de Unsam entre septiembre de 2022 y mayo de 2023.Las burbujas se escapaban de la boca y la nariz. Trepaban con mucha calma para ir a morir a la superficie, mientras yo me hundía e iba a morir al fondo. Tenía unos cuatro años.
Solo veo mar. La orilla, desde hace rato, quedó perdida tras la curva del mundo. Y el mar me agarra la pierna derecha acalambrada y me entra por la careta y el snorkel. Cada vez soy más mar, como mis tíos. Al encontrarla, mis compañeros se sumergieron y se hicieron fotos con la cámara submarina, levantando los pulgares, tocando con un dedo la punta del asta ladeado, acariciando el metal rugoso entre verde y carmelita… Yo recordé por qué le temía al mar. Su capacidad destructiva. Su poco respeto por la vida humana. Quise volver, pero no lo hice.
Manolo me zarandea. Me pregunta si estoy bien. No creo estar bien. La cordura me da vueltas. La cara me arde como si tuviera una plancha caliente pegada y no sé si es la realidad o parte de esta locura repentina, pero me parece que el tiburón se sigue moviendo. La mandamos a construir en Cienfuegos, blanca, de 23 pies, con motor interior, y la trajimos hasta La Habana navegando cientos de kilómetros por la costa sur. Su estreno pesquero fue en el Golfo de Batabanó, cerca del Surgidero de Batabanó, un pueblo donde todo el mundo es pescador o familia de pescador.
Márgara es un sueño también, entonces. Un sueño roto. La veo alzarse sobre olas gigantes y caer contra el muelle, volver a escalar sobre el agua, volver a caer, desbaratarse como un rompecabezas, morir como mi abuelo postizo, Juan… Mi mente vuelve a desvariar. Es 1956. Ninguno está muerto. Todavía no.
Mar, bofetón, cielo… Me siento en la proa para no empaparme de tantos recuerdos salados. Tú, Manolo, en la popa, porque te gusta adaptarte. Si estás en el mar, te mojas, aunque no acabes de entender el significado de esa agua que te cae encima. Mar, bofetón… Una ráfaga de ametralladora. Año 1959.
Bofetón, cielo, bofetón, mar… Márgara habrá dejado la bahía de La Habana. La habré llevado a Cojímar, al este de La Habana. Cojímar será un símbolo de muerte y destrucción. Vendrá una tormenta y, aunque todavía será de tarde, el sol estará escondido. Márgara será como un punto de espuma blanca en la oscuridad. El viento soplará queriendo llevárselo todo.
Cheo me dijo: «Roberto, con esto no vamos a llegar. Mejor quedarse aquí que ir a hundirse con los tiburones»; pero Cheo es tremendo penco y yo no me iba a haber pasado tanto tiempo buscando tablas y sogas y gomas y amarrando esto por aquí y aquello por allá para venir a apencarme ahora frente al mar, otra vez. Por no hablar de la parte de mejor quedarse aquí…
La cámara me habrá fijado, habrá hecho zoom. Me habrá captado solitario y a contraluz, con el atardecer de fondo, haciéndome una sombra cada vez más chiquita que iba a perderse en el horizonte. La sombra del anti-Cheo. El balsero. Uno entre muchos otros. Entre cientos de otros. Miles de otros. El malecón se llenó de esos muchos. Cientos de personas, que gritaron desde ¡Abajo los Castro! hasta ¡Libertad! La libertad del mar. Basta de controlarnos el mar. Déjennos ir y morir o finalmente vivir de verdad.
Aquella vez todo fue en secreto. Ni mi mamá lo sabía. El día del viaje le dije que iba a dar una vuelta con El Foca y, si me hubiera atrevido, lo próximo que hubiera sabido de mí hubiera sido mi llegada a Miami. Esta vez no. Como el mar está abierto, fue una experiencia comunitaria.
Cuando tiré el agua potable, me quedé muy quieto. Parecía que, por fin, la balsa estaba aguantando mi peso. Imaginé mil escenarios posibles en los que me quedaba días sin mover un músculo.
En una estoy yo en la prisión, visitando a mi hermano Roberto, y él me repite una y otra vez que no confíe en ningún guardacostas. Escúchame, Jorge –me dice–: si la suerte no llegara a estar de tu parte y te cogieran, es preferible que te descubran por casualidad; si lo saben desde antes, se preparan y te entran con todo. No confíes en ninguno, Jorge, en ninguno… El recorrido de la bala se apaga y con ella la escena.
El adinerado tiene un yate enorme, con cocina, baño y cualquier tipo de comodidad. Cuando todo esto pase y se lo quiten, saldrá hasta en la presentación de una serie televisiva, pero de momento es suyo y yo le caí bien, le arreglé el carro y, todavía más importante, le conté que he estado pescando en el yate de un amigo y he aprendido a manejarlo. El adinerado es un tipo inteligente, además de un surfista de las conversaciones.
Toman nuestro yate. Nos regresan a tierra y nos ordenan sentarnos uno al lado del otro a esperar el camión que nos llevará a los calabozos donde esperaremos nuestro juicio. El adinerado llora. Sabe que acaba de perder todas sus comodidades, no solo el yate. Mi hijo también llora. Yo quiero deshacerme en llanto. El helicóptero aterrizó cerca, en una llanura llena de yerbas.
Esperamos a la noche para tirarnos sin llamar la atención. Se suponía que a esa hora la playa estaría desierta, pero igual, cuando llegó un hombre con una mochila, no nos alarmamos demasiado. Era solo uno. Cuando llegó una pareja con hijos y bultos incluidos, nos preocupamos un poco por acabar teniendo un público no deseado, pero tampoco mucho.
Las treinta y tantas personas se disolvieron como un hormiguero revuelto. Corrían en todas direcciones. Tropezaban, caían, se pasaban por encima los unos a los otros… Algunos militares los perseguían, les saltaban encima e intentaban inmovilizarlos. Otros seguían disparando al yate. Lucho se esfumó. José Luis saltó al agua con el primer disparo y no se le volvió a ver por todo aquello. Creo que hasta Miguel salió corriendo.
¡Levanta las manos! ¡Levanta las manos! El mar decide que me ha hecho viajar suficiente, me expulsa de su interior. El agua me corre por la cara como historias perdidas que intentan desesperadamente volver a su hogar. ¡Levanta las manos, cojones! Me apuntan. Levanto un brazo. Con el otro sigo abrazando a Miguelito. ¡Suelta al niño, que venga él primero! Así lo hago. Miguelito avanza delante y yo lo sigo unos metros detrás.
South Africa Latest News, South Africa Headlines
Similar News:You can also read news stories similar to this one that we have collected from other news sources.
Agustín Rossi: 'Nuestros negociadores van a defender los intereses de los argentinos'El jefe de Gabinete señaló que las dificultades del país son la consecuencia de la 'herencia del gobierno de Mauricio Macri' y enfatizó que el objetivo del ministro de Economía y precandidato presidencial, Sergio Massa, es pagarle la totalidad de la deuda al Fondo Monetario Internacional para tener una política económica independiente.
Read more »
En una provincia, los comerciantes no podrán manipular las tarjetas de los clientes👉Es la segunda en el país en promulgar una ley para que los comercios acerquen la terminal de pago.
Read more »
Aumentan los colegios en los próximos 3 meses: cómo serán las subasLas subas fueron autorizadas por la gestión del gobernador Axel Kicillof y abarcan al nivel inicial, primario, secundario, técnico y agrario y superior.
Read more »
El Gobierno acord� con el FMI los t�rminos t�cnicos: cu�ndo llegan los fondos⭕ El Gobierno acordó con el FMI los términos del staff agreement Esta mañana, el organismo internacional confirmó que llegó a un principio de acuerdo con Argentina que determinará nuevas bases y condiciones. 🔗 Leé más
Read more »