La insospechada relación entre el disruptivo Renault Twingo y el tango argentino
Rompió con todos los estándares, se animó a una forma única y rivalizó hasta con un mismo modelo de la casa, pero nunca se robaron ventas. Esa fue la historia delcomenzó a gestarse en 1989, cuando Renault encargó a Yves Dubreil un auto que fuerapero que no le quite clientes al Clio, otro chico de la marca.
A estos detalles se sumó una forma original de comunicarlo: nunca se destacó por el lujo, sino por ser diferente.Twingo, viene de la unión de las palabras Twist, Swing y Tango, Su interior era tan raro como el exterior, y todo tenía un toque especial. El volante, todavía sin airbag, tenía el centro abultado como los utilitarios de la casa, con colores acordes con la filosofía del modelo . Y, en el centro del tablero, el velocímetro digital. Los mandos eran nuevos y poligromados, todo redondeado, sin cortes bruscos, para que se transmitiera la misma forma exterior de"huevo" en su interior.