'La vida de Cristina Calderón y su descendencia cobra dimensión por romper la tesis histórica de que los pueblos originarios de Tierra del Fuego se extinguieron' | Por Julián Varsavsky
El adiós a Cristina Calderón, pobladora yagán de Tierra del Fuego“No te olvides de poner que no soy la última ni la única”, le dijo Cristina Calderón a su nieta que escribía el libro. Doña Calderón tuvo padre y madre yaganes --murieron cuando era niña-- y su lengua materna fue la de su pueblo siete veces milenario.
Frente a una vitrina con un arpón de hueso de ballena datado en 6000 años en el Museo del Fin del Mundo --Ushuaia-- Víctor Vargas Filgueira me corrige cuando repito el título erróneo de la noticia: “Teinakatwakanahanikinhausikuta”. No sé qué dijo pero entiendo. Y retoma el castellano: en la isla Navarino chilena --último hogar de Cristina-- viven 200 yaganes y en Ushuaia 150.
Según Víctor Filgueira, “quienes nos colonizaron con las misiones anglicanas nos sedentarizaron. Cuando un pueblo gira y gira, y de golpe lo establecés, tenemos un problema. Nos cambiaron la dieta e introdujeron el alcohol; eso fue como una granada en el estómago.
Para la antropóloga Nacach, la vida de Cristina Calderón y su descendencia cobra dimensión por romper la tesis histórica de que los pueblos originarios de Tierra del Fuego se extinguieron: “ya varias veces se anunció la muerte de 'la última ona, la última selk'nam, el último yagán'. Eso implica que no habría más pueblos indígenas en Patagonia austral; o si los hay, son truchos.