El equipo campeón comenzó a construirse a fines de 2019; cómo se gestó la consagración y la unión entre experiencia y juventud que hizo la fuerza
Hernán Zenteno - LA NACION. Después de un bajón pronunciado en los tres años anteriores, en los cuales en dos estuvo arañando el descenso, el rugby del club se propuso el objetivo de volver a ser competitivo y de volver a instalarse en los primeros puestos. En ese sentido, el parate por la pandemia contribuyó a afianzar los principios antes de entrar a la cancha.
Fue como si el partido los superó a ambos equipos. Se definió por el canto de una uña. Lucas Piña, una vez más como en la semifinal ante Newman, entró en el mismo sector y en el mismo ingoal para anotar el try que nuevamente terminó siendo determinante. Allí, CUBA, a los 10 minutos del segundo tiempo, sacó la diferencia de cuatro tantos, la máxima hasta ahí. Pero la última la tuvo el SIC con el resultado 10-9.
jugó con locura, a lo que le agregó un excelente estado físico, con un pack de forwards que hizo la diferencia. Así llegó Máximo Abbondati, hombre del club y, además, muy amigo de los tres. Por otro lado, aunque ahora menos que antes, siguió Juanjo Grande, que desde hace tiempo viene trabajando con los jugadores. Se armó un espíritu de cuerpo y un entusiasmo basado en lo que devolvían los jugadores. Un dato: antes de comenzar el campeonato, en una nota conLucas Ponce aseguró que CUBA estaba para pelear el campeonato con el SIC.
Con Maguire y Benito Ortiz de Rosas, quien superó al fin una seguidilla de lesiones, se armó una tercera línea desgastante para los rivales.