El capitán de la selección africana fue el mejor arquero de la Copa del Mundo, aunque había otras grandes figuras defendiendo los tres palos.
, en aquel 1986. Con sus atajadas consiguió todo lo que sigue: fue elegido Balón de Oro africano, Mejor arquero árabe del año, Mejor arquero de Marruecos, Mejor jugador de su país.Ese arquero que medía 188 centímetros parecía capaz de todo. Parecía un superhéroe. Y lo era para su país. De hecho, fue galardonado como el mejor de ese Mundial, según France Football.
Marruecos sólo había participado de una Copa del Mundo, la de México en 1970. Y volvió esta vez a territorio azteca., fue la más relevante para el fútbol de ese país. Con ese arquerazo los del norte de África se animaron a soñar un milagro: eliminar a Alemania. En el Estadio Universitario, también conocido como El Volcán, no hubo fiesta para los marroquíes.
En la fase final se enfrentó a Libia. Ganó de local, perdió de visitante pero el resultante fue un éxito: 3-1 para los marroquíes.Antes de aquella caída ante Alemania, Marruecos había asombrado al mundo. Con ese arquero infranqueable el paraíso podía resultar posible. El Grupo F parecía imposible para los africanos.En el recorrido inicial, hubo dos empates en cero..
Gracias a esas manos, que también brillaron en el Mallorca de la Liga de España, el seleccionado marroquí construyó un asombro. Una historia que late en este Mundial en el que Zaki resultó un hermoso protagonista.