Con sus 95 años se mantiene como puente de armonía social y política; frente al inexorable fin de su era -y ante una nueva serie de escándalos-, todos se preguntan por el destino de la monarquía británica
. Las alarmas están encendidas, aunque se espera que hasta junio las aguas no se pondrán más bravas de lo que están. Además, su círculo íntimo –el príncipe Carlos y la duquesa de Cornwall, los duques de Cambridge, los duques de Wessex, la princesa Ana y su marido, el vicealmirante Timothy Lawrence– hará todo lo posible para que la Reina brille como nunca.
Al mismo tiempo, otra carroza parte de la Torre de Londres. Es la que transporta sobre un almohadón de terciopelo Hasta 2017, Isabel presidió la ceremonia acompañada por su marido, el príncipe Felipe, quien murió el pasado 9 de abril a los 99 años. . El escudo de Isabel II está grabado sobre los buzones de correo y las emblemáticas cabinas de teléfono color rojo.
Paradójicamente, los últimos cien años también han sido testigos del afianzamiento de la monarquía británica. . Y es así porque no existe otro país en el mundo donde el pueblo ve en su monarca una figura que representa protección y continuidad, bienestar y salvación. Para toda la nación británica, se trate de nobles o plebeyos, capitalistas o socialistas, la Corona es el símbolo vivo de la unidad del país.
Todo comenzó después de la ceremonia de coronación mientras los invitados aguardaban en lo alto de los escalones de la Abadía de Westminster la llegada de sus autos y carrozas. Ante la mirada de miles de espectadores y frente a cientos de cámaras de televisión, la hermana menor de la Reina tomó del brazo a un hombre. Con un gesto familiar y cariñoso, le cepilló el polvillo del revés de su sobretodo.
Un episodio del que Harry tuvo mucho para aprender en su momento, aunque al final de cuentas optó por una decisión muy parecida a la de su tío bisabuelo, el duque de Windsor, que al igual que él dejó su sentido del deber y su compromiso por la Corona por amor. Con una pequeña diferencia: fue el Parlamento quien decidió no dejar a Eduardo VIII reinar por casarse con una mujer divorciada.
Tras estar devastada por un largo tiempo, finalmente decidió darle una nueva oportunidad al amor y años más tarde conoció al fotógrafo Antony Armstrong-Jones, con quien se casó en mayo de 1960 y a quien su cuñada le otorgó el título de Lord Snowdon.
en 1992 el distanciamiento se volvió patente tras conocerse las infidelidades de Carlos con Camilla Parker Bowles, su amor de la juventud. Toda Inglaterra comenzó a llorar y a dar el último adiós a la “princesa del pueblo”, mientras la Reina permanecía en un inexplicable mutismo por cinco largos días.
El Imperio comenzó a desmembrarse, pero la grieta más grande realmente se produjo en el seno de la sociedad inglesa. Gran parte del tejido social se había mermado durante los años de la guerra y los primeros años de paz fueron muy duros económicamente.
Precisa, constante, estricta y decorosa, siempre intenta tomar las decisiones más beneficiosas para la Corona